jueves, noviembre 20, 2008

Piera Ferrari, 50 años diseñando para las venezolanas

De bajo perfil y reacia a las entrevistas, la diseñadora Piera Ferrari es firme de carácter y dueña de un ímpetu que no ha disminuido después de medio siglo dedicada a la confección de trajes nupciales en Venezuela.
Poco dada a las concesiones en sus diseños, la mujer que llegó de Italia a los 11 años, hizo de su estilo clásico y romántico una de las opciones predilectas de las niñas de sociedad

El paseo se repite unas 30 veces al día. La diseñadora Piera Ferrari, se levanta de su escritorio, ubicado en la planta baja de su tienda, y sube los 15 empinados escalones de madera que la separan del taller donde se encuentra su equipo de 16 costureras. Ni su edad, que se rehúsa a confesar, pero dice estar entre los 65 y 70, ni la caída que sufrió hace cinco años mientras vestía a una novia y que le afectó la columna, la detienen. La Ferrari –como la llaman muchos– es imparable: desde hace medio siglo se encarga de la confección de trajes nupciales y emprende jornadas de trabajo hasta de 12 horas.

Suele ir a su local de Paseo Las Mercedes vestida cómoda: zapatos de cuero y tacón bajo, amarrados en el centro; falda larga y holgada; blusa suelta, y un chal para protegerse del frío. Aunque repite que el tiempo le ha robado lozanía, y que con la cara que tiene no quiere saber de fotografías –aunque al final accede y posa–, su elegancia reposa intacta en sus maneras: la forma altiva en que levanta su rostro, la postura erguida con la que se sienta en su butaca color marfil, el rincón elegido para atender a sus clientas, y hasta el tono firme con el que dice que no le gustan las entrevistas. "La mejor propaganda para una persona es lo que hace", y explica que está tan copada que en menos de una semana debe entregar siete vestidos.





CARLA CANDIA CASADO ccandia@el-nacional.com

FOTOGRAFÍAS FELIPE DI LODOVICO fdilodovico@gmail.com

Piera Casella –el Ferrari viene del lado de la madre– es original de la Provincia de Piacenza, en Italia, de donde también es el diseñador Giorgio Armani. Llegó a Caracas a los 11 años en compañía de su tía Luisa Ferrari y el esposo de ésta. "Después de la Segunda Guerra Mundial, mis tíos regresaron para ver quién estaba vivo. Ellos dijeron: `Nosotros nos llevamos a Piera’, porque papá tenía asuntos por resolver. Meses después vinieron mis padres con mis dos hermanas (una mayor y otra menor)", dice con un sutil acento en su español.
Piera se asentó en el centro de Caracas, entre las esquinas de Cárcel a Monzón, cerca de la plaza La Concordia, pues allí vivía y tenía el taller de costura su tía. En el día asistía al colegio y en las tardes la ayudaba en el taller. Posteriormente, Luisa abrió la tienda Ferrari, en la Gran Avenida, cerca de Plaza Venezuela, donde confeccionaban prendas y vendían piezas de diseñadores europeos. "En aquella época las señoras de Caracas vestían muy bien, mejor que las de Europa, y tenían una clase enorme", dice.
La diseñadora de joyas Lilia López recuerda a la perfección aquel local en La Gran Avenida: "Mi traje de 15 años me lo hizo la tía Luisa. Ferrari tenía las mejores marcas, Giorgio Armani, Valentino, las camisas más bellas de Gianfranco Ferré". Cuando Piera tenía 18 años, su tía decidió volver a Italia, y la instó a que ella quedara encargada del negocio: "Tenía miedo. Yo le decía: `no te vayas, por favor, que la gente no va a venir más’, y ella me respondía: `tú puedes, Piera, tú puedes". Y pudo. Su temple no la dejó rendirse, y las clientas no dejaron de visitarla. Al contrario. Cada vez fueron más, y ahora se precia de haber vestido novias de hasta tres generaciones de una misma familia: "Venezuela es un gran país y las venezolanas son un amor", explica Ferrari.

Una inagotable voluntad tras los vestidos de novias


Durante esos días de trabajo en la Gran Avenida, Piera conoció a Manuel Callizo, un catalán que resultó ser el amor de su vida. A los 24 años se casó con un traje que le confeccionaron las costureras de su taller y desde ese momento se convirtieron en una pareja inseparable, pasaban sus fines de semana en una casa que tenían en La Colonia Tovar y con frecuencia andaban tomados de la mano. "Éramos un matrimonio bien querido. Él estaba pendiente de mí y yo de él. Estábamos muy enamorados", dice con una voz entrecortada, sin fuerza.
Hace 5 años Callizo murió por complicaciones cardíacas y con él, según atestiguan allegados y la Piera misma, parte de su ímpetu y tesón hacia otros aspectos de la vida que no fueran su oficio. Se sumergió en su trabajo y eso, para ella, fue una salvación. "Esto es mi vida. Siempre le pido a Dios que me dé fuerzas", revela. Rafael Méndez, fotógrafo de sociales y amigo de Ferrari, es testigo: "Cuando Manuel murió, ella dejó la vida social. Se convirtió en una persona cerrada, que quiere pasar desapercibida. Ella se ha batido contra la vida", asegura. A SU MANERA En 1974, Piera mudó la tienda Ferrari de La Gran Avenida a Paseo Las Mercedes, donde ha estado desde entonces. "Calladita como es, ha levantado una de las empresas más grandes en materia de novias. Ella hace los vestidos de los matrimonios más importantes del país", dice el diseñador de joyas George Wittels, quien tiene su tienda en el mismo centro comercial. Fredy Wittels, hermano del orfebre, inauguró en noviembre una mercería y le hizo un homenaje a Piera: "La mercería fue una idea que salió de ella. Le entregamos una placa que decía: `Honor a quien honor merece". El embajador de Italia en Venezuela también le entregó a Ferrari un distintivo por su contribución en el mundo de la moda.
Osmel Sousa asegura que trabajó con ella alrededor de 20 años, tiempo en el que la diseñadora elaboró numerosos trajes de noche para las concursantes del Miss Venezuela. "Es una de las creadoras de moda más importantes que tiene este país. Es una persona correctísima. No se anda con dobleces; si algo se puede, lo dice; si no se puede, también lo dice". Sousa relata cómo cada año le insiste a Piera para que elabore algunos de los vestidos que se llevan las misses a los concursos internacionales. A veces acepta, pero Ferrari dice que aunque por un tiempo hizo trajes de noche, en la actualidad sus novias no le dejan tiempo para nada más.
Verónica Rodríguez de Guruceaga, sus hermanas y su hija, conocen bien la más espectacular de todas las novias. Captó mi esencia y la de mis hermanas perfectamente y a todas nos hizo trajes diferentes. A mí me hizo una cola que salía desde los hombros", recuerda. Por eso, cuando su hija Verónica le anunció que se iba a casar, no dudó en llevarla a donde Ferrari. "Vistió a mi hija en la misma casa donde me vistió a mí. La emoción de Piera era inmensa".





Rodríguez presenció cómo la personalidad de Ferrari cambió desde la muerte de su marido, pero no así su mística. "Cuando me hizo mi traje era una Piera feroz, retadora y cuando se lo elaboró a mi hija era más serena. Sin embargo, el compromiso con ambas fue el mismo".
Cada vez que le llega una novia al taller, el proceso es más o menos el mismo: la recibe, la invita a sentarse en la butaca color marfil y conversa un rato largo con la joven. "En esa cita hablamos mucho y me voy dando cuenta de cómo es la personalidad de la novia, porque es muy importante su tipo físico, pero es esencial conocer el carácter. Los vestidos hay que saber llevarlos", dice Ferrari. Acto seguido comienza a dibujar varios bocetos mientras los discute con la clienta, y llegan al modelo deseado. Luego seleccionan las telas y le entrega una lista con recomendaciones para el maquillaje, peinado, zapatos, bouquet, y hasta el corsé. la confección del traje se toma de tres semanas a mes y medio.
Cuando trabaja casi siempre anda con un cinturón delgadito de donde cuelga una bolsita con alfileres que ella misma elaboró. "Su tic es juguetear con los alfileres. No sé cómo no se pincha", dice Lilia López. En las últimas pruebas les ordena a las novias que bailen para verificar que estén cómodas. Al final, asegura, todas quedan felices y radiantes. "Cuando les digo que no tuve hijos, ellas me dicen: `nosotras somos tus hijas". López define la complicidad entre Ferrari y sus novias de esta manera: "Piera es una eterna novia. Se involucra en todo lo que tiene que ver con esas niñas". Sin embargo, no suele ir a las bodas de sus clientas: "Si voy a una tengo que ir a todas". Ana Lía Daza, asistente de Piera desde hace 28 años, explica que no hay nada más importante para su jefa que la novia que está atendiendo: "Se concentra de una manera impresionante".
Si alguna clienta insiste en algo que no le va bien, ella se lo hace saber: "La primera vez se lo digo suave, la segunda vez con una intención media, la tercera vez le digo: `Si usted lo quiere, yo se lo hago. Pero si le preguntan, no tuve nada que ver con eso". Rafael Méndez reconoce que Piera es definitiva en su criterio. "Es muy directa, y cuando ve a una novia, le dice: `esto es lo que es’. No hace muchas concesiones". Por esta razón, no es raro escuchar entre las que ya se han hecho su traje nupcial con ella que al principio Ferrari inspira algo de miedo. "Después cede un poco y uno termina amándola", dice una novia.
Una de las costureras de Ferrari resalta el carácter contradictorio de Piera: "Es especial. Te puede regañar y al mismo tiempo acariciarte".
Pero a pesar de la firmeza de Ferrari, las jóvenes caraqueñas, del interior y hasta las que están residenciadas en el extranjero, continúan asistiendo a su taller, pues es obvio que su estilo clásico y romántico, que ella define como "femenino y delicado", tiene su público. Méndez lo explica: "Piera es quizás una de las personas que viste a la novia de novia y no de modelo, A ella le gusta cubrir, no mostrar". Gaby Espino e Irene Saez son apenas dos de las famosas que se han casado con sus vestidos.
Así, las novias llaman para concertar sus citas hasta con dos años de anticipación y ella les explica que es demasiado pronto. Para esa lluvia de muchachitas que sueñan con verse de blanco envueltas en encajes y otras telas vaporosas, Piera Ferrari está preparada. Para eso, y para los acontecimientos más inesperados: "Varias novias se han desmayado en mi vestidor. Un día vino un fiscal de Fomento y yo estaba con una novia desmayada dentro del probador. Le pedí que viniera otro día. Tan es así que le consulté a un médico qué hacer. En mi probador tengo almohadas para levantarles los pies y cobijas para arroparlas". Medio siglo entre novias no es poca cosa.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente Pira Ferrari, sus trajes son una obra de arte. felicidades!